Siempre me ha llamado la atención que en España sea tan frecuente la figura del intelectual -o del que se da los aires de serlo- que tiene a gala denigrar la historia de España, pero nunca había sido capaz de encontrar otra explicación que fuera más allá de aquello de que "cuando un barco se hunde, las ratas son las primeras en saltar". Pues este libro nos viene a explicar por qué y desde cuándo los intelectuales españoles han abandonado su puesto en la defensa de España y se han pasado con armas y bagajes al enemigo. Es interesantísimo. Resulta que la traición arranca nada menos que en el cambio de la dinastía austracista a la borbónica y tiene que ver con una serie de factores, entre los que cabe destacar a la famosa "leyenda negra", al uso que de esa leyenda negra hicieron las élites borbónicas para desprestigiar todo el pasado de España y, de esta forma, presentarse como regeneradores que nos llevan a un futuro mejor, a la adopción que de ese discurso hicieron las élites españolas por su propio interés, y tiene que ver también con otros factores que se fueron añadiendo después y que han llegado a configurar el panorama actual. Un panorama que no tiene parangón en el resto de países occidentales y que no tiene que ver con una deficiencia intrínsecamente española, sino con una deficiencia de nuestras élites, que no han tenido reparo en aceptar privilegios, pero que no han cumplido con su deber de mantener un pensamiento crítico, de cuestionarse hasta qué punto son ciertas las acusaciones que nos ha hecho desde fuera, ni han tenido tampoco el valor de oponerse a las corrientes dominantes cuando, después de haber investigado con independencia, no se está de acuerdo con lo que sostienen esas corrientes.
Si interesantísima es la explicación de cómo hemos llegado hasta aquí, no menos interesante es la descripción de cómo estamos ahora mismo y la exposición de lo que, a juicio de la autora, deberíamos hacer para revertir la situación. No sólo por nuestro propio interés -que ya sería bastante motivo- sino también por honor a la verdad.
Podrá gustar más o menos a unos y a otros, y se podrá estar más o menos de acuerdo con los planteamientos de la autora, pero creo que lo que no se puede negar es que todo lo que dice está muy bien argumentado y tiene mucho sentido.