Principal comentario positivo
4,0 de 5 estrellasPlatero y yo de Juan Ramón Jiménez
Revisado en España 🇪🇸 el 18 de febrero de 2014
Esta reseña coincide con la celebración del centenario de Platero y Yo, sin pretenderlo así, ha resultado agradable y antes de dar mi apreciación personal tengo que subrayar la idea que Platero y yo es el libro más leído en español después de la Biblia y el Quijote. Es curioso, que sea lectura obligatoria en la escuela y sean pocos los niños que valoren esta obra en toda su magnitud, pero ahí está para grandes y chicos con la intensidad de su prosa poética.
La pena y la alegría son gemelas, decía el autor, es tan cierto como la vida misma, como lo era Platero. Una poesía a la vida y todo lo que en ella se puede encontrar: mariposas, el eclipse, brevas, golondrinas, granas, loros, aljibe, perros, remanso, un canario, la nostalgia, la muerte, etc.
Poético, cálido, intimista, florido en sus descripciones, llenas de color y texturas de todo lo que la naturaleza le ofrecía. Nos lleva a escenarios, para muchos, inimaginables donde la naturaleza, el campo son los artífices y es Juan Ramón Jiménez el que nos los pinta con honestidad e intensidad.
"Dulce Platero trotón, burrillo mío, que llevaste mi alma tantas veces —¡sólo mi alma!— por aquellos hondos caminos de nopales, de malvas y de madreselvas; a ti este libro que habla de ti ahora que puedes entenderlo." (Capítulo CXXXVI: "A Platero en el cielo de Moguer")
Entre las cosas reales, Jiménez nos habla de la muerte, a pesar de ser meláncolico también es tierno e irreverente, por ejemplo, indicando dónde enterrará a su Platero y de qué estará rodeado. Es triste pensar en la muerte de nuestra mascota pero ahí estaba él, hablando de ella.
El estilo del autor, poético y florido en prosa es lo que le distingue, en tiempos actuales parece innecesario, para describir esa realidad, pero ahí está la calidad de transmitir sensaciones a través de ese estilo, un castellano tan exquisito para cosas tan cotidianas de la vida rural, campestre y localista del autor y su amigo Platero.
Un libro especial para leerlo en un momento concreto de nuestras vidas para ser capaces de saborear su contenido como la delicatessen que es. Termino esta reseña con este precioso párrafo: "Sí. Yo sé que, a la caída de la tarde, cuando, entre las oropéndolas y los azahares, llego lento y pensativo, por el naranjal solitario, al pino que arrulla tu muerte, tú, Platero, feliz en tu prado de rosas eternas, me verás detenerme ante los lirios amarillos que ha brotado tu descompuesto corazón." (Capítulo CXXXVI: "A Platero en el cielo de Moguer")
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