Principal comentario positivo
5,0 de 5 estrellasA mí me resulta de mucha utilidad.
Revisado en España el 15 de junio de 2019
Querría ser breve y hacer un comentario útil para esos padres y esas madres desesperados. A ver si lo consigo.
Tengo dos hijos, uno tiene algo más de tres años y medio y otro con 13 meses. El mayor durmió los primeros 7 u 8 meses sobre su madre o junto a ella ( y junto a mí ) , le mecíamos y cantábamos, costaba a veces lo suyo, paseos, largos ratos en vela...no fue sencillo.
Mi hijo nació en octubre, pues llegando junio él mismo buscó su espacio en la cama colecho que le pusimos y pasó a dormir toda la noche, hasta el día de hoy, salvando algunos días contados por la irrupción de los dientes o algún resfriado, duerme genial. Aún lo hace en nuestra habitación.
Con el pequeño ha sido distinto, ha sido peor, un año muy duro en el que no descansar y la crianza de dos niños, con lo que todo ello conlleva, nos ha hecho pasar muy malos ratos.
Mi pequeño en todo este tiempo le ha costado mucho agarrar un sueño muy ligero que le hacía despertar constantemente, hemos hecho exactamente lo mismo que con su hermano mayor, pero no hemos tenido igual éxito, ha sido desesperante, sin entrar en más detalles.
Antes de leer Dormir sin lágrimas, he leído Duérmete niño del famoso método Estivill. Sabía de qué iba pero quería leerlo yo mismo, sin intención de aplicarlo, tengo que decirlo y menos aún cuando en él leo cosas con las que no estoy en absoluto de acuerdo, no me creo que dormir sea un hábito que se aprende y se enseña, empezando por ahí.
Hablé y le comenté a un amigo y me recomendó este libro, que yo ya conocía así como a su autora, pues había leído "Ni rabietas, ni conflictos" también de ella.
Este libro podría titularse perfectamente " Desmontando a Estivill ( u otros métodos de adiestramiento ) " un libro que te habla con la madre naturaleza en la mano, recordándonos qué somos y de dónde venimos, muy en consonancia con Carlos González, para quien lo conozca.
A mí me ha animado mucho, me da fuerzas y me recuerda cuanto valor tienen nuestros hijos, que se merecen todo el respeto y dignidad que podamos darle, atención y cuidados, en definitiva, que si nos necesitan, tenemos que estar.
Si que me gustaría antes de terminar, expresar igualmente mi respeto a todos aquellos padres y madres que ponen en práctica algún método de los que no muy bien se habla en este libro, yo ahora sé lo que es estar desesperado y sé que se hace con la mejor de las intenciones.
Por cierto, en el tiempo que me he llevado leyendo Dormir sin lágrimas y coincidiendo otra vez con el mes de junio, mi hijo ya está durmiendo mucho mejor ( yo también). Es cuestión de tiempo y de una paciencia de hierro a veces. Ánimo a los que estáis pasando por una situación similar...